lunes, 3 de noviembre de 2014

En cualquier momento llueve

Amable

Compré un nylon largo para el puesto en la feria. De dos por ocho metros. Tenía que ser suficientemente pesado como para que el viento no lo chicoteé, pero no tanto como para no poder cargarlo. Así que, bastante orgullosa de mí misma, ayer armé mi iglú. Y comprobé, una vez más, que la realidad es diferente a la idea de realidad. El viento embolsó el nylon como a una vela y tuve que sentarme sobre uno de los travesaños de la estructura, que caminaba sola. Cuando dio un poco de tregua, conseguí que me prestaran un rollo de cordel y lo até como pude. Los ganchos resultaron demasiado chicos para el ancho de los travesaños, la cinta de embalar no pegaba por la lluvia. Por la lluvia, y porque el viento insistía en adherirla a mis dedos.

Descubrí que es fácil ser amable en circunstancias normales. Pero que en días así, la falta de solidaridad genera encono. Ahí estaban mi compañera de enfrente y su sobrina, sentadas a escasos metros de mi puesto (se habían acercado buscando el amparo de un techo), contemplando el espectáculo de mi lucha contra las inclemencias del tiempo. "Oigan, ¿me van a ayudar?", terminé aullando contra el viento. No hubo respuesta. "Porque si no van a ayudar, miren para otro lado, que esto no es el cine", seguí furiosa. Mi compañera hizo un gesto con el mentón, tipo qué te pasa. "Que miren para otro lado -dije chumbándolas con la mano- que no estoy para entretenerlas". Ah, sí, es fácil ser amable cuando el sol brilla en lo alto.

El perdón activo

Descubrí también que el perdón tiene mucho de activo. De por sí, ya es bastante meritorio poder anunciar: "yo no le guardo rencor a nadie". ¿Pero es uno capaz, además, de recomponer el vínculo? Por ejemplo, se da mucho en esos casos donde los parientes se pierden el rastro por años. No, no los odiamos. Pero, ¿los amamos? ¿Hay auténtico perdón, si aún guardamos reservas?

A capella 

Lindo para remontar la lluvia.

https://www.youtube.com/watch?v=oGFXBCzFH1g

2 comentarios:

  1. El sábado anduve por la feria de Costa Rica y Armenia y luego por la de Thames y Honduras y presencié cómo algunos puestos se transformaban en veleros (y la lucha de sus dueños por anclarlos a tierra con sus propios cuerpos).
    No da mirar y no ayudar. Menos cuando una tiene todos los pájaros volados, cuac.

    A veces no se puede recomponer. A veces no se quiere.

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  2. Re cuac. De todas formas pienso asistir a un taller sobre el enojo. Como decían ayer en la tele: todos podemos ser el que la emprende a hachazos contra el auto mal estacionado.

    Sí. Es que la vida (mantenerse con vida, medianamente entero) requiere de tanta energía que muchas veces uno sólo desea paz. Pero bueno, se podría empezar por desearles el bien, aunque más no sea.

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