jueves, 21 de noviembre de 2013

Buenas y santas, cómo dicen que les va

Los prejuicios (y van...)

Cerca de casa hay un almacén. Chiquito, escondido, sólo viene a mi mente cuando llueve mucho o el viento se embolsa en la entrada del edificio. Lo atiende una mujer menuda, delgada y vivaz.
Madre, como indican los dibujos infantiles que adornan una de las paredes. Por ellos le pregunto mientras me despacha, son de su nena. Tienen onda, más allá de parecerse a cualquier otro garabato infantil. Charla va, charla viene, se me ocurre preguntarle si no tendrá uno de esos potes de helado o algo que me sirva para mezclar componentes. Para hacer manualidades, le explico. Ah, ¿soy artesana? Eso intento. Ella también, estuvo siete años en la Feria de Mataderos. Pero después surgió esto del almacén, y bueno...

La mujer enseña sus palmas. Las yemas de los dedos siguen llenas de pequeños cortes, a un año largo del cambio de rubro. Antes de despedirnos alcanza un folleto, más que un folleto, un cuadernillo de aros de plata que me deja con la boca abierta. Paso una a una las páginas, llenas de diseños limpios, pensados con el corazón. Una artista. La miro con ojos nuevos, estoy frente a una persona de sensibilidad exquisita.

¿Y por qué no habría de serlo? ¿Porque en una multitud pasaría desapercibida, porque vende fiambre? Ay, Maia, Maia...

A dieta

Dani, el librero anarquista, pasa a mi lado portando un choripán. Ante mi mirada, explica que está haciendo la dieta de la manzana. No me animo a preguntar (es capaz de responder cualquier grosería), pero la curiosidad puede más y voy detrás suyo.

-Dale, decime... ¿cómo es la dieta de la manzana?
-Como de todo, menos manzana.

Cuán cierto

"Cualquier cosa que estés destinado a hacer, no importa de qué se trate, debes hacerla ahora. Las condiciones serán siempre imposibles".

Doris Lessing, escritora, Nobel de Literatura.

Si estoy acá es porque puedo

Ayer nos conmovimos con la noticia de la mujer que dio a luz en plena autopista, su auto atascado por el accidente fatal del peaje Dellepiane. Haciendo el zapping de todas las noches, alcancé a escuchar a una de las parteras, decía que Dios la había mandado al lugar. "Si estoy acá es porque puedo", pensó en medio del stress. Y después, "Dios, ayudame" (la beba venía de nalgas y la mamá, primeriza, estaba asustada y sufría). La partera sonrió al contarlo, lo suyo sonó a trueque: "Dios, yo vine... ¡ahora ayudame!"

Parafraseándola, podríamos decir que si estamos acá (en este trabajo, relación, ciudad), es porque podemos.

4 comentarios:

  1. La frase de Lessing tiene una trampita. ¿Cómo saber a qué estás "destinado"? Ay, el destino, fácil de predecir sólo cuando ya ha sucedido...

    Saludos, Maia.

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  2. Creo que una de las claves está en recordar qué queríamos llegar a ser. Como dice Betina, preguntarle al niño/a que fuimos.

    Yo quería ser inventora, mi ídolo era Giro Sintornillos, el personaje de Disney que andaba con una lamparita encendida sobre su cabeza. Inventora-inventora no soy. Pero creo diseños y combino diferentes materiales, mi mente va más rápido que mis lentas manos.

    Póngale que ud de niño haya querido ser bombero. En una de esas ahora termina rescatando gente en apuros. Imagínese, con esa consigna en mente puede llegar a ser psicólogo, chofer de ambulancia, coordinador de grupos de solos y solas... o bloguero.
    :-)

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  3. Los prejuicios: Víó una película muy linda (o leyó el libro) que se llama "El encanto del Erizo"?
    Véala o léalo. Muy parecido a lo que cuenta.
    Cuán cierto: cuán cierto.
    Si estoy acá es porque puedo: El viejo dicho reza "querer es poder". Con lo cual, ¿si estoy acá es porque quiero? ¿aplica?

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  4. Vi la película, dos veces en la misma semana, mire si me habrá gustado.

    Obvio que aplica, mire que había sido inteligente.

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