lunes, 28 de octubre de 2013

Voten bien

El desprecio

I

"No entiendo lo que me dice, señora". La mujer que así se expresa acaba de ingresar a nuestro edificio, el tono de su voz denota franco desprecio. Afuera, otra se inclina hacia adelante esperando una respuesta. Antes de que puedan cerrarle la puerta en la cara, interpongo mi cuerpo. Que dónde se vota, es lo que pregunta. Pobre mi cielo, tiene sus buenos años y está muy delgada, ha confundido el lugar con una escuela, "...debe ser un edificio importante". No me cuesta nada acompañarla e indicarle el camino.

Es temprano todavía, hasta las ocho no abren, pero puede esperar sentada al sol. "Sí, está fresco, casi pensé en volver a mi casa". "No, quédese y vote, se va a sentir mejor después". "Sí, tiene razón..."
La viejita se aleja con paso vacilante, lleva visera y zapatillas.

II

Dos mujeres esperan en la cola de Farmacity. Una de ellas, con un rubio a la moda, viste jeans y calza zapatos color nude con taco aguja. Toda una paquetería a esta hora de la mañana. A decir verdad, no es hasta el entredicho con el pibe de la caja que reparo en su aspecto, vengo concentrada en mi propia compra: un desodorante corporal en aerosol de Playboy, Play it sexy. "¿Me alcanza las cosas, por favor?" El pibe se refiere al canasto lleno de artículos, apoyado sobre el mostrador. "¿Y ustedes para qué están?" "Nosotros embolsamos y cobramos, señora". Con cara de fastidio, la mujer se resigna a sacar su compra. El pibe hace su tarea y extiende ticket y vuelto, pero ella demora en recibirlos, parece muy enfrascada en limar una de sus uñas. Desde donde estoy alcanzo a verla: una uña corta, esmaltada de negro, impecable. Algo le comenta la rubia a su amiga, algo de que esa uña siempre le da trabajo. Cuando se van (realmente ese jean tiene un corte perfecto) y me toca el turno de pagar, saludo y sonrío para equilibrar la cretinada.

Patoruzú

"Vayan y voten bien". "Lo importante es no equivocarse". "¡Eh! Cada vez es más difícil". Estoy disfrutando un café con leche y leyendo el diario del domingo, las voces corresponden a otros clientes tempraneros. Un viejo que comparte mesa despierta las sonrisas de todos. "Yo no entiendo, no? Tengo setenta y siete años y toda la vida voté... ¿toda la vida me equivoqué?"

Hay pocos puestos armados, es un día atípico. "¿Y? ¿Votaste?", me pregunta Dani, el librero anarquista. "No, Dani, es la primera vez que falto a mi deber cívico" (digo deber cívico y soy consciente del entrecomillado). Le explico lo complicado de trasladarse de un barrio a otro con valija y bolso, y de ahí a la feria. "Igual, habría votado por Patoruzú". Dani me mira fijo.

-En serio, pensé en buscar una imagen para meterla en el sobre. ¿Por qué no? Un indio honesto, noble, generoso...
-¿De qué estás hablando? Un indio vendido, un traidor, un terrateniente, un explotador.
-Uh, toda la vida creí que el jodido era Isidoro. No lo había pensado...
-Te lo presentan así para justificar la conquista del desierto.
-Mirá vos, hace poco salió en Clarín un artículo a doble página sobre los valores de Patoruzú.
-Y claro, porque les conviene.
-Menos mal que no voté.

Lo digo en serio, avergonzada. "Me tirás abajo un ídolo, Dani". En tren de desmitificar personajes, Dani me recomienda Para leer al Pato Donald. Más tarde camina a mis espaldas, rumbo al baño. "Ignorante...", tira al pasar.

A eso de las cuatro empieza el show, enfrente. Alguien canta por enésima vez una versión irreconocible de Latinoamérica, de Calle 13. Con quién me voy a desahogar, si no es con Dani.

-Qué hijos de puta, con lo que me gusta este tema. Ni siquiera puedo seguirlo, le cambiaron todas las notas.
-Tenés razón, no lo había reconocido. ¿Viste el video de Muerte en Hawaii?
-No.
-Miralo.




5 comentarios:

  1. Sí, dos cretinas, sin duda.
    Pero paso a contar, no digo las cretinadas, pero sí las conductas de algunos empleados (en realidad, empleadas, casi siempre) que me dejan perpleja.
    1. Fiambrería. Una señora cobrando en la caja. Una empleada acomodando/ limpiando la heladera con un trapito.
    Yo: Disculpame, ¿vos atendés?
    Ella: ...
    Yo: digo, ¿me podés atender? Si no, no hay problema, solo quiero saber.
    Ella (gesto indescifrable) S...si.
    Yo: En serio, si no me tenés que atender vos, decime.
    Ella (gesto indescifrable) No, qué querés.
    (Pregunté un precio, no sabía, le preguntó a la de la caja, me lo dijo, era caro, agradecí y me fui.)
    2. Perfumería. Yo, a punto de pagar lo que había llevado, veo unos quitaesmaltes exhibidos en unos estantecitos detrás de la cajera. Unos estantecitos que no están al alcance de los clientes.
    YO (señalando): disculpame, qué quitaesmaltes de Cútex tienen'?
    La cajera (sin mirarlos): son los de siempre.
    Yo (intentando inútilmente leer las etiquetas): ah, porque ahora salió uno que es reparador o algo así. ¿Lo tendrán?.
    La cajera: tenemos los que están ahí.
    Yo: claro, pero desde aquí no veo qué dicen las etiquetas.
    La cajera tomó un quitaesmaltes y, sin mirarlo, lo colocó sobre el mostrador. No era el que buscaba, así que agradecí y me fui con mi compra.
    Pregunto: ¿era un despropósito que se molestara en leer lo que decía la etiqueta de un producto fuera de mi alcance?
    Uf.

    Odio la frase "voten bien".

    ¿Seguro que leíste la Patoruzú? :)

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  2. Uf y puf. A veces salimos a la calle llevando penas en el alma, cómo son de agradecer entonces los gestos amables. Los martes voy a mi viejo barrio y compro el diario en un kiosco de la zona. La pareja que lo atiende me recibe con tanta alegría que es un placer vernos. Me quedo entonces conversando un ratito, me recomiendan ésta o aquella oferta lanzamiento ("no lleves el segundo cd de los Grandes Musicales, vino fallado") y nos despedimos hasta la semana siguiente. Tan poco, tanto.

    Leí la Patoruzú, la Patoruzito y la Rico Tipo (de una vieja colección prestada). Anteojito y Billiken. Disneylandia y Variedades. La pequeña Lulú. El Tony, D'artagnan e Intervalo. Y hasta una revista que si no me equivoco se llamaba "Vidas ejemplares", nos hacía sentir unas cucarachas totales.

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  3. I. Sí es verdad! Ese edificio dá importante. Le hubiera dicho que era la Presidenta de mesa y le tomaba el voto ahí mismo. La señora se iba contenta con su deber cívico cumplido tempranito.
    II. El cliente siempre tiene razón. No siempre educación.
    III. En las elecciones siguientes al corralito, no recuerdo qué año exactamente ni qué se votaba, Fernando Peña había sacado una boleta de un personaje suyo que era un político corrupto (Rafael Orestes Porelorti) Yo la imprimí y la metí en el sobre. No me enorgullece, pero tampoco me enorgullece haber votado a Menen, y dos veces, sí, lo admito, dos veces.

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  4. Bueno, al fin alguien que admite haber votado a Menem! La felicito por su valentía. Aunque le digo que Menem, en un primer momento, resultó seductor. Esa cosa de tipo campechano, de pueblo adentro... hasta Cristina lo admitió, en el famoso reportaje con Rial.

    Tuve un compañero de trabajo que para hacerme rabiar hablaba de él como "mi presidente", me ponía loca.

    (voy a informarme sobre Rafael Orestes Porelorti, suena tan prometedor como el que más)

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  5. A mí Menem me conmovía con "lo abrazo sobre mi corazón". Lo decía en cada final de discurso durante su campaña. Qué pelotuda.

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