lunes, 7 de octubre de 2013

Estamos todos invitados

Ágape

Mano a mano con Francisco, se titula el reportaje de Eugenio Scalfari (fundador del diario La Repubblica, periodista, escritor y político socialista italiano, tiene 89 años) en Clarín de este domingo. Me gusta este Papa, me parece el más piola que haya dado la Iglesia en mucho tiempo. Despliego el diario sobre mis rodillas dispuesta a disfrutar la lectura, es de agradecer un día sin viento.

El 'ágape' es el amor por los otros, como predicó nuestro Señor, dice Francisco. No es proselitismo, es amor. Amor por el prójimo, la levadura que sirve al bien común. El ágape, el amor de cada uno de nosotros hacia todos los otros, desde los más cercanos hasta los más alejados, es justamente el único modo que Jesús nos señaló para encontrar el camino de la salvación y las Bienaventuranzas.

En el diálogo entre ambos, Francisco le pregunta a Scalfari:

...déjeme hacerle una pregunta: usted, laico, no creyente en Dios, ¿en qué cree? Usted es un escritor y hombre del pensamiento. Creerá, por ende, en algo, tendrá un valor dominante. No me responda con palabras como la honestidad, la búsqueda, la visión del bien común; principios y valores importantes, pero no es eso lo que le pregunto. Le pregunto qué piensa de la esencia del mundo, más aún, del universo. Sin duda se preguntará, como todos, ¿quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos? Hasta un niño se hace esas preguntas. ¿Y usted?
-Le agradezco esa pregunta. La respuesta es la siguiente: yo creo en el Ser, es decir, el tejido del que surgen las formas, los Entes.
-Y yo creo en Dios. No en un Dios católico, no existe un Dios católico, existe Dios. Y creo en Jesucristo, su encarnación. Jesús es mi maestro y mi pastor, pero Dios, el Padre, Abba, es la luz y el Creador. Ese es mi Ser. ¿Le parece que estamos muy alejados?
-Estamos alejados en los pensamientos, pero somos semejantes como personas humanas, animadas por nuestros instintos que se transforman en pulsiones, sentimientos, voluntad, pensamiento y razón. En eso somos semejantes.
-Pero eso que llama Ser, ¿quiere definir cómo lo piensa usted?
-El Ser es un tejido de energía. Energía caótica pero indestructible y en eterno caos. De esa energía emergen las formas cuando la energía llega al punto de explotar. Las formas tienen sus leyes, sus campos magnéticos, sus elementos químicos, que se combinan casualmente, evolucionan, finalmente se apagan pero su energía no se destruye. El hombre es probablemente el único animal dotado de pensamiento, al menos en nuestro planeta y sistema solar. Dije que está animado de instintos y deseos pero agrego que tiene también en su interior una resonancia, un eco, una vocación de caos.
-Está bien. No quería que me hiciera un compendio de su filosofía y me dijo lo que me hacía falta. Yo observo, por mi parte, que Dios es luz que ilumina las tinieblas aunque no las disuelva y una chispa de esa luz divina está dentro de cada uno de nosotros. En la carta que le escribí, recuerdo haberle dicho que también nuestra especie acabará pero no acabará la luz de Dios y que en ese momento invadirá todas las almas y todo estará en todos.
-Sí, lo recuerdo muy bien, dijo "toda la luz estará en todas las almas", lo cual da más una figura de inmanencia que de trascendencia.

Pucha, ¿de dónde viene esta emoción? Un gotón cae sobre la hoja que estoy leyendo (para no lagrimear delante de la gente, busco rápido refugio en el baño).
El ágape es también un banquete. En éste al que alude Francisco, estamos todos invitados.

Senegal

Negro como la noche, negro de pie a cabeza, el negro más negro del mundo se detiene a espaldas de mi puesto. La idea es acomodar los lentes que vende por la calle, dispuestos en lo que parece una plancha de telgopor pintado. El negro acuesta la plancha sobre la vereda y se acuclilla para hacer su tarea. Mi vecino, después de curiosear un rato, le sugiere apoyar la plancha contra la pared y sentarse en una reposera para trabajar más cómodo. El negro no entiende palabra, mi vecino me sonríe por encima suyo y eleva los hombros, como diciendo "lo intenté". Entonces voy y le chamuyo en inglés, pero tampoco. Termino levantando yo misma la plancha para demostrarle lo que intentamos decir. Ahora sí, el negro agradece con un gesto, igualmente la última fila de lentes lo obliga a contorsionarse demasiado. Así que apoyamos la plancha, para elevarla, sobre los brazos de una segunda silla (no querés un café, pienso con ironía). De cerca se ve muy joven... ¿qué tendrá, veintidós, veintitrés años? Tiene largos pies, y un aspecto cuidado. Los lentes que ofrece son de imitación, con su etiqueta colgando y todo. Lindos, cancheros, peligrosos.

El negro se toma todo el tiempo del mundo, acomoda un par de anteojos y retrocede para mirar su obra casi como un pintor en busca de perspectiva. Es enternecedor ver cómo se toma su trabajo en serio. Cuando saca un plumero minúsculo (¿dónde lo llevaba?) y empieza a pasarlo sobre la mercadería, Dani, el librero anarquista, me grita no sé qué de lejos. Mejor ni mirarlo. "¿De dónde sos?", pregunto sin esperanza alguna. "África", responde para mi sorpresa. "Sí, ya sé que de África, pero de qué lugar?" "Senegal". "¿Te trata bien nuestro país?" El negro me mira sin comprender. "Mmm... ¿te gusta Argentina?" "Argentina", asiente mientras sigue acomodando. Uno de los vidrios se suelta de su armazón y cae estrepitosamente al suelo. Qué pierdo con probar: "Esos lentes no hacen bien a los ojos". Senegal me mira, parece entenderme. "Son malos", deletreo despacio. "Si no los comprás en una óptica, en un negocio, te hacen mal a los ojos". Entiende, no me cabe duda. "Te digo para que cambies de mercadería, cuando puedas..."

Senegal acomoda las sillas y se despide con un educado gracias señora. A la nochecita nos cruzamos una cuadra más allá, su sonrisa de piano es un regalo inesperado.

3 comentarios:

  1. Para mí, la emoción viene de aquí: "recuerdo haberle dicho que también nuestra especie acabará pero no acabará la luz de Dios y que en ese momento invadirá todas las almas y todo estará en todos."

    Todo estará en todos. Qué felicidad pensarlo.

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  2. Sí, esa frase es poderosa. Cuando la leí sentí algo en la garganta, tanto es así que pensé en los chakras. Recién busqué cual le corresponde.

    El vishuddha chakra se relaciona con la comunicación y el crecimiento; siendo el crecimiento una forma de expresión. Simbolizado por un loto con dieciséis pétalos. Ligado al sistema respiratorio: nariz, garganta, oído, laringe, tráquea, bronquios, pulmones. En el uso de kundalini, cuando el practicante (yogui) envía la energía kundalini a este chakra, desarrolla siddhis (poderes extrasensoriales). La capacidad de clariaudiencia tiene que ver con este chakra. Los occidentales creen que este chakra está relacionado con la tiroides, una glándula en la garganta que produce distintas hormonas responsables del crecimiento y el desarrollo. Como desbalance del chakra 5 se hace uso de palabras hirientes, se puede tener problemas en los órganos consecuentes o puede uno ahogarse en sus propias emociones (asma).

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  3. Igual venía movilizada desde el principio de la nota, vengo flojita...

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