lunes, 2 de septiembre de 2013

Le sale igual

Lo primero que observé, fiel a mi costumbre de detenerme en las facciones, fueron sus pestañas en ángulo recto a fuerza de usar el arqueador. La chica andaba juntando firmas para que se tomen medidas por los "ruidos molestos". No sé si tanto, me gusta la música que tocan, dije yo. A mí también, contestó ella. Es más, la primera vez se acercó a escucharlos y hasta bailó y todo. Pero ahora no puede... nada. No puede leer, no puede dormir la siesta, no puede mirar una película. Firmé, previa aclaración de que no me gustaría que los echen, sólo hacerles bajar el volumen. Y que ella debería redactar la nota nuevamente, aclarando bien ese punto. Los músicos pretenden (sigue ella) que sea la gente del edificio la que se ocupe de pagar los paneles acústicos. Unos caraduras, ahí acordamos.

Es verdad, cada vez comienzan más temprano. No son ni las dos de la tarde y la cosa sigue hasta bien pasadas las ocho. Tú me quieres dejar, y yo no quiero sufrir, contigo me voy mi santa aunque me cueste morir... Qué bien lo cantan, son unos desgraciados, sólo los negros pueden pegar alaridos tan armónicos. Sigue después una explicación sentida sobre de los orígenes y el significado del candombe, desde mi puesto alcanzo a escuchar la palabra libertad. Y empieza el canto, una maravilla total. Candombe, dice el negro y la gente reunida contesta candombe. Candombe. Candombe, corean todos. Detrás, claro, suenan los tambores. Candombe, candombe, candombe, candombe... Ah, se me van los pies. ¿Suena fuerte? Y, sí. Con toda la fuerza del África.

No te escucho, vamos a lo de las chicas o no? Perá que no te oigo nada, no me cortes. Hola, hola, estás ahí? Decime sí o no. ¿QUÉ? Ay, hablá más fuerte, no se oye nada!!! NO? Ah, bueno, bueno, chau. Supongo yo que es no, no podría asegurarlo.

TUCUMÁN, VAMOS TUCUMÁN, TODAVÍA. Y LANÚS, HAY ALGUIEN DE LANÚS? SÍÍÍÍ, AQUÍ LANÚS!!! BUENO, A VER SI TUCUMÁN LE GANA A LANÚS. Un juego, uno de los tantos mini concursos de baile que organizan a lo largo de la tarde. Todo bien, hermano, entiendo que un candombe no pueda susurrarse. Pero esto, diría Cristina, es too much. Arrastrada por una intención que lleva meses creciendo, entro al patio y busco al locutor. Está lleno de gente, gente sentada ante mesitas y en los escalones. Mi primer impulso es gritar más fuerte, hacerme oir por encima del bochinche. Parada al frente miro hacia el escenario, pero la voz sale de otro lado. Ahí está, un negro simpático que vocifera y arenga. TUCUMÁN, DIJIMOS Y AHORA VAMOS A... En cuatro zancadas llego a su lado y acerco mi boca al micrófono. NO PODEMOS ESCUCHAR AL PÚBLICO, me oigo decir. Se hace un silencio espeso. El negro me mira con... temor, aprehensión? Aleja de mí el micrófono y, canchero, se recupera al instante. TIENE RAZÓN, UN APLAUSO FUERTE PARA LA GENTE DE LA FERIA. Giro y elevo los brazos en señal de saludo. DAME UN BESITO, escucho cuando me estoy yendo. Parece un chico reprendido, vuelvo y le estampo un beso en la mejilla. NO, EN SERIO, UN APLAUSO FUERTE PARA LA GENTE DE LA FERIA, VIENEN ACÁ A LAS CINCO DE LA MAÑANA, dice el negro pintándonos más sufridos de lo que somos.

Durante una media hora el volumen baja a un nivel casi aceptable. Hasta el tema de Rada, claro. UHUHUHUHU.... AHAHEYAHEY. Qué hijo de puta, le sale igual.

3 comentarios:

  1. Hace unos 5 o 6 años, a mediados de noviembre, empezó a ensayar una Murga acá cerca de casa. Se vé que venían desde unas cuadras y mientras mas se acercaban a casa, mas fuerte el TUM TUM TUM PAPAPA. Me encanta la murga, de hecho fuí a bailar al Rojas hace un par de años. Comenzaron ensayando los sábados de 20 a 22 hs. Bárbaro. Se acercaba el carnaval y empezaron los viernes. Para diciembre eran todos los benditos días hasta las 23 hs. Meta TUM TUM TUM PAPAPA. Ahora, después de varios años de idas y venidas, ensayan sólo los fines de semana desde noviembre. Yo contenta, mis vecinos no tanto.

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  2. El domingo, a última hora, siempre sube una murga por Defensa. Justo tenía una clienta, una linda rusa que pedía descuento. Le grité el precio final en la oreja, pero no podíamos entendernos. Difícil, con diez tipos batiendo los parches al lado nuestro (encima pasan despaciiito). Tuve que escribir el número en la calculadora del celular.

    Creo que el quilombete gusta cuando uno baila y participa. Como pasa con las jodas en los edificios: si uno es el vecino al que no dejan dormir, son horribles, pero si está invitado, marcha en alegre rejunte a la comisaría…

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